¡Cambiemos!



¿Guerra? ¿Hambre? ¿Pobreza? ¿Violencia? ¿Cambio climático? ¿Globalización? Palabras que relacionamos con imágenes, las mismas que procuramos no mirar durante mucho tiempo, ante las que no podemos evitar una expresión de sorpresa o incluso una mueca de desagrado, o de las que intentamos olvidarnos al instante para evitar sentirnos culpables, tristes y en algunas ocasiones impotentes.


Optamos vivir nuestra vida, afrontando dificultades que consideramos equiparables a estas tragedias, sin detenernos a recordar lo que verdaderamente reflejaban dichas imágenes y olvidándonos completamente de los sentimientos que despertaron en nosotros.


Somos afortunados por no ser los protagonistas de estas fotografías, pero también debemos desear cambiarlo, luchar por que otros tengan nuestra vida… No somos conscientes de que toda gran hazaña comenzó siendo tan sólo un sueño, una idea, una utopía…Miremos a nuestro alrededor y prestemos atención a lo que antes pasábamos por alto porque estamos rodeados de injusticias que podemos solventar.


Comencemos a manifestar nuestro malestar, ayudemos a los que nos rodean, colaboremos en un proyecto solidario y poco a poco cambiemos.


Beatriz Toscano Valle.

domingo, 19 de febrero de 2012

El amor, ¿Todo un negocio?

Sin duda alguna, está perfectamente justificado que los medios de comunicación sean considerados hoy en día como el cuarto poder del Estado. ¿Por qué? Simplemente porque controlan y manipulan como desean la información y nos transmiten una realidad llena de unos matices y carente de otros. 
Una de ellas es el amor, el cual aparece deformado y desdibujado en la pequeña pantalla pues se ha convertido en un verdadero negocio. Si nos pusiéramos a poner ejemplos de programas de televisión que a través de ridículas y “grandiosas representaciones teatrales” tratan de ganarse audiencia, nos faltarían dedos.
Prácticamente la mayoría nos transmiten una idea de amor físico, instantáneo, interesado, falso e infiel pero perfectamente justificado, ya que los concursantes tan sólo están probando suerte con uno u otro pretendiente para ver si surge “la chispa” sin importar lo que digan o lo que hagan con cada unos de ellos. Sí señor, así se hace.
Después llega la parte que “nos interesa”, cuando surgen los conflictos. Que si “esta se ha besado con aquel pero conmigo lo hizo primero”, que si “Yo le regalé algo muy especial y le gusto yo” y otras múltiples situaciones sin ningún sentido.  El amor en televisión es una simple mercancía que se compra o se devuelve si ya estás cansado o simplemente motivo para disputas, celos y escándalos.
Sin embargo, también hay que reconocer que no todos esos programas son iguales. Algunos verdaderamente tratan de hacer posible que dos personas se conozcan y, si es posible, que surja el amor. Nada de presión pública ni de citas grabadas para después criticarlas en el plató.
Esa es la verdadera fórmula para lograr alcanzar el amor en un programa de televisión, es decir, dejar espacio a la posible futura pareja para que se conozcan sin que nadie más intervenga y que después ellos mismos decidan  si desean continuar.


Mujeres y hombres y viceversa
Dos personas (“tronistas”) reciben a su respectivo  grupo de pretendientes, los cuales van siendo escogidos por la tronista o el tronista para que sean su próxima cita.
El argumento principal de este espectáculo de: gritos, peleas, reproches, celos, cambios de “bando” y  polémicas es la crítica a todo asunto que se les ocurra relacionado o no con las líos amorosos entre los concursantes.
Lo mejor de todo es que cada tronista cuenta con el apoyo incondicional y los consejos de unos auténticos entendidos del asunto pues cuentan con  un currículo amoroso de lo más polémico.
Tienes un minuto
Cada pretendiente  tiene un minuto para ganarse el corazón de alguna de las tres mujeres que están sentadas frente a él. Hay de todo, desde angelitos que no tienen ninguna pinta de ser tan buenos hasta príncipes que tan sólo quieren encontrar el amor verdadero.
Cuando el pretendiente termina su espectáculo, cada chica debe decidir si le concede una cita o lo  manda de vuelta a la ridícula cinta transportadora por la que cada concursante entra y sale del plató. 
Una auténtica subasta.
¿Quién quiere casarse con mi hijo?
Una madre desesperada, un hijo con complejo de Peter Pan y una chica que va a la aventura. Ese es el resumen de un programa en el cual una madre conoce a las pretendientes de su hijo, las pone a prueba y con o sin él elige finalmente a la que será su futura nuera.
Todo cabe en este “show”. Desde peleas entre madre e hijo, entre madre y candidatas, y entre éstas últimas.

Padres al control
Un padre y una madre, hartos de soportar al novio o la novio de su hijo o hija,  entrevistan a un grupo de chicos o chicas entre los cuales podría estar la nueva pareja de su criatura.  Finalmente la madre  y el padre eligen a sus dos candidatos/as  preferidos.
Después, el  hijo o la hija tienen una cita con cada uno de ellos y finalmente deberá elegir entre quedarse con su pareja actual  o cambiarla.
Perfecto para  reírse a carcajadas y descubrir nuevos talentos del mundo del cine, el teatro etc., pues entre los hijos, las hijas,  los novios, las novias, los pretendientes y los padres forman un elenco de actores que sin duda se merecerían un Oscar.
Increíble pero cierto.

Juan y Medio 
Sin duda alguna es el único programa de televisión que está verdaderamente comprometido con el objetivo de juntar a dos personas para hacer su vida más feliz. Se trata de personas de avanzada edad que acuden al programa para darse a conocer y esperan la llamada de algún pretendiente.
Algunas de ellas, regresan al programa para conocerse en directo en plató y otras lo hacen simplemente para demostrar que a veces estos programas sirven para algo.

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